¿Puede haber buena ciencia sin experiencia?
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Siempre he pensado que si los obstetras que construyeron el actual modelo tecnocrático/masculino de obstetricia se hubieran molestado en observar la expresión de las mujeres, o simplemente les hubieran preguntado ¿como estás? la obstetricia no sería lo que es [Tampoco lo sería si antes de llegar ellos las comadronas no hubieran desaparecido prácticamente a manos de la Inquisición, la marginación o la prohibición de ejercer, cosa que sigue pasando actualmente en muchos países.]
Recordemos que en el año 1985 la OMS afirmaba en su documento «Tener un hijo en Europa» que «no más de un 10% de las prácticas de rutina (en el paritorio) ha pasado un examen científico adecuado«. 30 años y varias vueltas de tuerca después, muchas practicas sí han pasado un examen científico, y lo han suspendido, pero eso no ha servido para que las cosas mejoren demasiado.
Desengañemonos: la ciencia tiene sus límites, o mejor dicho, la forma en que se hace y se utiliza la ciencia tiene sus límites. Cuando nos dicen que las selvas albergan muchas especies vegetales que podrían proporcionar medicamentos para nuestras enfermedades, no creamos que los científicos se plantan en medio de la selva, miran a su alrededor, intuyen/adivinan para qué puede servir cada especie vegetal y se ponen a investigar (y sus financiadores a patentar y vender, que para eso financian). No. Los científicos hablan con los chamanes y curanderos indígenas, que llevan siglos utilizando los remedios, cuyas propiedades conocen gracias a la intuición, la observación y la experiencia y después utilizan ese conocimiento ancestral, intuitivo y empírico de la gente común para investigar a partir de él y obtener provecho.
De ningún modo la ciencia que conocemos es capaz de imaginar o intuir de la nada para qué puede servir una planta medicinal, si no disponen de una pista, basada en el conocimiento empírico anterior, provisto por alguien no científico. Y no olvidemos que la mayoría de los medicamentos en sus orígenes provenían de un principio activo aislado de una planta medicinal … previamente utilizada por el pueblo en base a un conocimiento obtenido de la observación y la experiencia.
Volviendo a la obstetricia medicalizada, una disciplina que por principio todo el mundo piensa que se basa en la ciencia, la realidad es que no sólo la mayoría de las prácticas de rutina no tiene base científica, sino que tampoco tiene ningún modo de averiguar, comprobar ni siquiera intuir la existencia de prodigiosas y eficientísimas manifestaciones de la inteligencia del cuerpo como es el reflejo de eyección materno-fetal, por poner un ejemplo, o la capacidad del bebé para encontrar el pecho e iniciar la lactancia por sí mismo, por poner otro. La obstetricia convencional es incapaz de acceder a ese conocimiento directamente entre otras cosas porque las condiciones que crea la atención al parto convencional reprime e inhibe esa inteligencia del cuerpo, y porque además no la tiene en cuenta. Estos descubrimientos se han producido en circunstancias de partos no molestados / no interferidos, en contextos no medicalizados. Tampoco tiene forma de calibrar el daño que produce (OMS: «Medicalizando el nacimiento, el cuerpo y la mujer se alteran tanto que la medicina no tiene forma de calibrar su asistencia«. Informe Tener un hijo en Europa).
Por ello, la investigación sobre aspectos de la realidad biológicamente/ fisiológicamente autorregulados puede conducir a conclusiones equivocadas, por la distorsión e inhibición que genera esa mirada científica, cuando excluye otras fuentes de información. Los procesos autorregulados son fuertemente dependientes del entorno, y en un entorno manipulado se distorsionan, o directamente no se producen. Por tanto,, no existen.
La ciencia de la buena se fundamenta en la observación, la experiencia, la intuición y el respeto por la inteligencia de la naturaleza, e intenta imitar en la medida de lo posible el contexto en que se desarrollan esos procesos de modo espontáneo. Su cualidad principal es la humildad, la no-interferencia, el no-juicio. La intuición sólo se produce cuando estamos abiertos; cuando hay un pre-juicio estrechamos la realidad hasta el punto de distorsionarla y malinterpretarla.
Pero la obstetricia se ha construido prescindiendo de la experiencia de sus protagonistas: las madres (y de los bebés, por supuesto). «Todo para el pueblo pero sin el pueblo». Dentro del modelo tecnocrático/ masculino de la obstetricia actual, la experiencia de las madres no cuenta para nada. Por eso se han cometido errores tan garrafales. Por eso la anestesia epidural ha sido tal «bendición»: es la ultima vuelta de tuerca, la desconexión total de la experiencia posible, de la experiencia diseñada por la naturaleza.
Pasa lo mismo en otros ámbitos. Hasta los años 80 a los bebés prematuros se les operaba sin anestesia porque «no tenían capacidad de sentir». No la tenían porque los científicos no habían podido demostrar que la tuvieran; por tanto no existía. ¿El primum non nocere? Y ese es el agujero negro de la «evidencia científica»: : si no me consta que algo existe, es que no existe. Todo un secuestro de la verdad.
La experiencia de los bebés tampoco parece importar mucho a numerosos sectores del sistema. Si toooooodos los bebés del mundo quieren estar con sus madres, eso ya es un dato ¿no? Solo hay que observar. Es la inteligencia de la naturaleza expresándose a través del instinto. Pues no parece suficiente; se exige demostrar «científicamente» que eso es bueno para «permitirlo» (y a menudo ni por esas), cuando lo normal sería que los que quieren separar a madres y bebés justificaran científicamente por qué.
Algunos motivos (entre muchos otros) por los que ciertas disciplinas científicas continúan utilizando la ciencia de este modo, a mi parecer:
1) El primero es por la alianza entre ciencia e industria: si lo que se pretende es generar productos/servicios que se puedan vender, cuanto más se reprimen los procesos espontáneos y autorregulados, más productos y servicios son necesarios para suplir esa función. Cuanto más sabiduría pierde el agricultor, más depende de la industria agroquímica. Cuantas más lactancias destruyan a base de dar biberones a los bebés recien nacidos, regalar muestras de leche a las madres y mal-tratarlas, más negocio. Si realizar cesáreas innecesarias se convierte en una forma de ganar dinero y la estructura lo incentiva /permite, ya se encargará el sistema de promocionarla como lo mejor.
2) El segundo tiene que ver con el paradigma. Reconocer que los comportamientos instintivos y espontáneos de la madre que pare y el bebé que nace son inteligentes y los más eficientes posibles (no con una inteligencia «racional» sino con la inteligencia de la naturaleza), y que solo se debe intervenir por un motivo médicamente válido, implica automáticamente redefinir protagonismos, jerarquías y relaciones de poder dentro de sistema. Y rebajar un poquito los egos. Y eso, en un sistema autoritario y represivo con la mujer y los bebés, parece ser que escuece.
3) El miedo. Reprimir la inteligencia del cuerpo automáticamente produce una escalada del riesgo. Debe ser un estrés muy grande trabajar en esas condiciones. Como dice Marsden Wagner, «cuando juegas a ser Dios, te culpan de los desastres naturales«. Normal: si asumes todo el poder, te toca asumir toda la responsabilidad (que no las consecuencias, que se las llevan madres y bebés a casa). Por eso hay que protegerse; se llama «medicina defensiva». Otras lo llaman violencia obstétrica.