Cuando en medicina algo sale mal porque no se ha intervenido a tiempo en una situación de riesgo, se habla de «negligencia» médica.
A menudo, cuando algo sale mal en la atención al parto, también se suele hablar de negligencia. Sin embargo, es muy importante escoger bien las palabras:
- Una cosa es no detectar y resolver a tiempo una situación de riesgo por falta de atención y cuidados = negligencia
- Otra muy distinta es causar un notable aumento del riesgo mediante procedimientos innecesarios y cruentos (encarnizamiento) y además, no estar en situación o en disposición de afrontar el incremento del riesgo asociado a tales intervenciones innecesarias En ese caso estamos en una situación de encarnizamiento + negligencia.
En obstetricia, cuando se habla de negligencia, en realidad en muchos casos se trata de situaciones de encarnizamiento, a veces seguidas de falta de atención a las consecuencias (negligencia), y en otras ocasiones seguidas de más encarnizamiento para tratar de resolver la situación creada.
No hablo de esas situaciones en las que a pesar de trabajar con la máxima profesionalidad y todo el cuidado las cosas van mal por problemas anteriores o complicaciones imprevisibles (algo imposible de evitar al 100%), sino de las complicaciones generadas por trabajar en contra de la naturaleza e intervenir sin necesidad en un proceso autorregulado y necesitado de unas condiciones propicias.
En obstetricia, muchas de las intervenciones de rutina, o aplicadas sin necesidad o como consecuencia de las condiciones disuasorias creadas en el paritorio pueden ser calificadas como encarnizamiento médico. En muchos casos se debe a una visión del parto medicalizada y que no tiene en cuenta las necesidades de la mujer y el hecho de que el parto es un acontecimiento involuntario y que sucede por sí mismo si se permite) En otros casos son por violencia obstétrica gratuita.
Las cesáreas innecesarias son un caso claro de encarnizamiento médico, y no olvidemos que en nuestro país las tasas de cesáreas están muy por encima de lo que la Organización Mundial de la Salud considera aceptable. Una cesárea multiplica por 4 el riesgo de muerte materna. Si es innecesaria, es un riesgo gratuito e injustificable. A veces su necesidad es consecuencia del aumento del riesgo causado por intervenciones innecesarios. Si además el hospital o los profesionales no están en situación de resolver ese incremento del riesgo por los motivos que sean, nos encontramos con un riesgo de complicaciones aumentado artificialmente + una situación de negligencia que puede derivar pérdida de útero, daños para la madre o el bebé o en muerte. Si hay recortes de personal o de medios, razón de más para brindar una asistencia que reduzca al mínimo la necesidad artificial de intervenir de urgencia.
Sin hablar de casos nacionales recientes, merece la pena recordar que Estados Unidos, el país con la atención más medicalizada del mundo, tiene también una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo «civilizado».
Les invito a leer este informe de evaluación de la aplicación de la estrategia de atención al parto normal en los hospitales españoles. La Estrategia de Atención al Parto Normal y documentos relacionados tienen como objetivo modernizar la atención al parto conforme a la evidencia científica, y eso incluye hacer lo posible por favorecer el inicio y progreso espontáneo del parto, y eliminar las intervenciones sin motivo médico. Lamentablemente, en muchos centros, la publicaciones de tales documentos, en cuya elaboración han participado representantes de todas las sociedades científicas, ha producidos cambios mínimos o nulos.
No siempre se trata de falta de recursos, ya que no administrar oxitocina a una mujer, no inmovilizarla boca arriba, o no hacerle una episiotomía innecesaria no cuesta dinero. No cuesta dinero y disminuye considerablemente el riesgo de complicaciones asociadas, y de tener que recurrir a procedimientos cruentos como la cesárea o los partos instrumentales. No tiene sentido, por ejemplo, obligar a la mujer a parir en una posición que deja el canal del parto estrechado y cuesta arriba, y después tener que recurrir a los fórceps porque el bebé no baja. Necesitamos más ciencia, más respeto y sobre todo, más sentido común.