Entrada actualizada en la primavera 2020
Siempre he pensado que la mente tiene poderes mágicos sobre la salud. Cuando mis hijas eran pequeñas, quería transmitirles esa confianza, de modo que cuando quería referirme al sistema inmunitario hablaba de los mediquitos.
Ellas siempre tuvieron buena salud en general, pero no se libraron de las típicos episodios habituales en la infancia. Cuando tenía que darles algún remedio, les contaba que lo que curaban no era el remedio en sí, sino los mediquitos, y que esas bolitas, o ese jarabe, era para ellos. No se me ocurrió otra forma más adecuada a su edad de nombrar a los leucocitos, los linfocitos, los macrófagos y todo el sistema inmunitario de células que defienden y regeneran nuestro territorio interno cada segundo de nuestra vida. Mi objetivo era que supieran que la naturaleza es prodigiosa, que su cuerpo tiene capacidades increíbles, que confiaran en la infinita inteligencia del cuerpo, de su naturaleza.
Un día, cuando ya eran adolescentes les pregunté en qué pensaban ellas cuando les hablaba de los mediquitos. Me contaron que se imaginaban a unos pitufos minúsculos que patrullaban constantemente su cuerpo y que lo curaban todo. :-). Me pareció genial, y no muy alejado de lo que se puede ver en este vídeo.
Mientras tanto, en el año 2012 descubrí un libro imprescindible, La biología de la creencia, que explica como influyen las creencias, las emociones, y la programación mental en la salud. La contraportada dice así:
“La biología de la creencia es un libro revolucionario en el campo de la biología moderna. Su autor, un prestigioso biólogo celular, describe con precisión las rutas moleculares a través de las que nuestras células se ven afectadas por nuestros pensamientos gracias a los efectos bioquímicos de las funciones cerebrales. Con lenguaje sencillo, múltiples ilustraciones, humor y ejemplos actuales, el doctor Lipton explica que los genes y el ADN no controlan nuestra biología, sino que es el ADN el que está controlado por las señales procedentes del medio externo celular, entre las que destacan los poderosos mensajes que provienen de nuestros pensamientos positivos y negativos. De esta manera, nuestro cuerpo puede cambiar realmente si reeducamos nuestra forma de pensar”.