El gobierno mexicano está promulgando leyes para erradicar la violencia obstétrica dentro de su sistema sanitario, y a mí me recuerda a lo que ocurre cuando un sistema quiere bajar las tasas de cesáreas innecesarias sin modificar la circunstancias que llevan a ellas: que suelen aumentar la de partos instrumentales y Kristeller. En el fondo, nadia cambia.
Sí, nos vamos aproximando al objetivo, pero estamos muy en la periferia de la cuestión fundamental.
Hay varios niveles de violencia:
* En la asistencia a la parturienta está la violencia de las actitudes y el trato del personal médico, la negación de derechos fundamentales.
* También está la violencia que supone sufrir intervenciones no necesarias que generan lesiones, incrementan el riesgo, convierten un momento sublime en un horror. Uno de los síntomas más evidentes es el 90% de cesáreas en la medicina privada y el 46% en la medicina pública.
Estas tipología es a la que se refiere la ley, y está muy bien que por fin se reconozca lo que hay. Solo que la misoginia intrínseca al sistema y el exceso de poder del que sigue disfrutando el estamento médico dificulta el cambio.
* y luego está la violencia incrustada en el propio ADN del sistema, una violencia institucional, por llamarlo de algún modo. Yo quiero hablar de esta última, pues está en la raíz de las otras dos.
Es difícil que el gobierno mexicano erradique la violencia obstétrica cuando la misma identidad y estructura del sistema está fundamentada en un acto de violencia, que el robo de la atención al parto normal a las parteras. Si, hay parteras, pero no se reconoce su trabajo, no hay plazas para parteras en los hospitales, no hay estudios oficiales de partería reconocidos por las autoridades sanitarias, muchas de las que terminan estudios de partera no consiguen obtener la cédula para poder trabajar, y en algunas comunidades las autoridades están prohibiendo los partos en casa. Imagino que no se prohiben del todo porque, al fin y al cabo, ellas son las que sacan las castañas del fuego en las zonas rurales. Muy conveniente …
Y cuando hablo de formación de parteras no me refiero a enseñarles el modelo de atención al parto medicalizado para convertirlas en una herramienta del sistema, como sigue ocurriendo en España en gran medida.
Mientras tanto en los hospitales públicos quienes atienden los partos son los residentes de obstetricia, quienes en el tiempo de residencia deben aprender, sobre todo, a practicar cesáreas y otras intervenciones médicas. ¿Como van a atender el parto de forma respetuosa? Hay una incompatibilidad entre ambos objetivos. De poco sirve que se publiquen normas para evitar las intervenciones innecesarias, si la misma estructura sanitaria las promueve al dejar a las mujeres sanas en manos de estudiantes que tienen que aprender con ellas a practicar distintas intervenciones.
El seguro privado por su parte, también es un elemento clave, ya que el sistema de retribución a las cesáreas y a los partos prima que se realicen cesáreas a mansalva, muchísimo más rentables y que consumen, como es evidente, menos tiempo de trabajo.
Me da igual que muchas mujeres piensen que la cesárea es más segura y estén «contentas» con ello. La cultura sobre el nacimiento también emana en gran medida de las instituciones médicas. Y por otra parte, sabiendo a lo que una se expone en la atención al parto, puede ser hasta comprensible el nulo interés en pasar por ello.
Resumiendo:
* Los sistemas de atención al parto más respetuosos con las mujeres, sus cuerpos, sus derechos y sus bebés, son también aquellos que reconocen su derecho a ser atendidos por una matrona/partera. Ambas cosas van de la mano.
* Los sistemas de atención al parto que en algún momento prohibieron o marginaron el trabajo de las matronas/parteras son también los más medicalizados y con mayor índice de cesáreas del mundo.
* Los países con tasas más bajas de cesáreas son también aquellos en los que la responsabilidad de la atención al parto normal es de las matronas/parteras.
* Los países con tasas más bajas de cesáreas y otras intervenciones son también aquellos con mejores resultados de salud perinatal.
Sí, estas leyes son un paso en la dirección adecuada, pero están lejos de resolver el problema, y sobre todo, están mirando a las ramas del árbol, pero no a la raíz. La violencia es inherente a la estructura del sistema, es ahí donde hay que mirar, también.
Isabel Fernandez del Castillo