¿Cómo aprenden los niños y niñas idealmente? ¿cómo preservar su curiosidad, afán de superación y el placer por aprender? cómo favorecer el despliegue de la imaginación, la iniciativa y creatividad? ¿Cómo acompañarlos para que sintonicen con su propia valía y capacidades innatas? ¿dónde ponemos el foco, en la enseñanza o en el aprendizaje?
A lo largo de los primeros 7 años, la especie humana replica el proceso que permitió a la humanidad desarrollar el cerebro más potente del reino animal. Antes de saber leer, escribir, desarrollar el pensamiento abstracto y crear naves espaciales, la humanidad fué artesana y artista, siendo su propia naturaleza – su cuerpo, su psique, su intuición- su principal medio de expresión, descubrimiento y aprendizaje, conexión con la naturaleza, relación con el mundo y los otros, transmisión de conocimientos y desarrollo de habilidades cada vez más sofisticadas.
Hasta los 7 años, los niños necesitan poder vivir con calma esa etapa pre-abstracta y basada en el movimiento, el juego, el desarrollo de la imaginación, el emprendimiento a través del juego, el florecimiento de la creatividad, la relación con el otro, la conexión con la naturaleza y la experiencia en el mundo real. Pero la realidad es que en la cultura actual las criaturas están pasando de puntillas y a toda prisa sobre estas conquistas fundamentales de desarrollo, en un mundo demasiado estructurado, demasiado virtual, demasiado centrado en los resultados y, poco consciente del valor del proceso, el ritmo, el tiempo y el juego.
En la práctica lo que a ocurre es que la excesiva directividad adulta, la falta de espacios adecuados y tiempo libre y la interferencia de la tecnología a menudo acaban entorpeciendo los procesos internos universales de desarrollo, la curiosidad, el instinto de juego, el placer del descubrimiento, la adquisición de habilidades y el impulso interno hacia la creatividad y la autonomía.
Entre las consecuencias se encuentran la pérdida del placer por aprender y un aumento exponencial de dificultades de aprendizaje, altos niveles de estrés y ansiedad y conflicto psicosocial.
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