¿Dejar de comer carne por el clima? algunas consideraciones eco-lógicas
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En los años 80 leí el libro Dieta para un pequeño planeta, de Frances Moore Lappé, como suelo decir, con lápiz y subrayando. Su lectura me causó impacto, tengo que admitir, ya que explica con sus datos y número en la mano como el hecho de alimentar animales para consumo humano parece ser lo menos ineficiente del mundo. Algunas afirmaciones de Frances Moore Lappé:
* Hace falta 10 kg. de grano (maíz, soja…) para producir 1 kg. de carne.
* 3/4 partes del terreno cultivado del mundo con variedades alimenticias está dirigido a producir alimentos para animales, que nos devuelven solo un 17% de las calorías consumidas.
* De la totalidad de calorías consumida por una vaca a lo largo de su vida, sólo proporciona el 3% en forma de carne. Otros animales son más eficientes.
* Producir un kilo de carne necesita 50 veces más de agua que producir un kilo de verduras, 40 veces más que patatas u otras raíces/tuberculos, 9 veces más que grano.
En los años 90 ese discurso comenzó a resquebrajarse en mi cabeza, con la lectura de otro texto fundamental: Le Kratch Alimentaire: nous redeviendrons paysans, que pone el dedo en una llaga de la agroindustria actual: la ruptura entre agricultura y ganadería y la sustitución de los procesos naturales de autorregeneración/ autofertilización de la tierra por productos químicos. El libro de Frances Moore Lappé hablaba de animales criados de modo «normal», es decir, separados de la tierra, estabulados en granjas industriales, a los que había que llevarles el alimento cultivados expresamente para ellos en algún lugar lejano.
Cuando empecé a interesarme por la permacultura y conocí el trabajo de gente grande como Darren Doherty, Allan Savory o Luiz Pinheiro Machado, comprendí que las afirmaciones de Frances Moore Lappé eran ciertas … consideradas dentro del contexto de un determinado paradigma: el de la separación de agricultura y ganadería, el manejo industrial de ambas y el confinamiento de los animales en espacios cerrados.
La realidad es que este paradigma es una de las causas más importantes del cambio climático, porque erosiona el terreno y arroja a la atmosfera ingentes cantidades de carbono que debería estar en el suelo. Si ampliamos la visión y cambiamos a un paradigma más holístico, el tema cambia radicalmente, y los números aportados por Frances Moore Lappé ya no encajan. No sólo no encajan, sino que no tienen en cuenta los impagables servicios medioambientales que prestan los animales cuando se les permite
En realidad, la desaparición de los animales del territorio y el manejo de la ganadería y la agricultura de forma industrial está causando un verdadero desastre medioambiental, al romper el ciclo ecológico de flujo de nutrientes que de modo natural se da en la naturaleza y sustituirlo por productos que hay que comprar y que son biocidas, es decir, contrarios a la vida. Las empresas agroquimicas engordan la cuenta de resultados, los campesinos se endeudan hasta las cejas y la naturaleza, los consumidores, la economía y la salud pierden. El resultado es la muerte del suelo: cada año se pierden 13 millones de hectáreas de tierra de cultivo, cuyo carbono se traslada a la atmósfera en forma de CO2.
Quisiera aportar alguna reflexión sobre algunas de las preocupaciones/afirmaciones actuales sobre el consumo de carne y el problema ambiental / climático:
* La ganadería exacerba el cambio climático ya que las vacas emiten grandes cantidades de gas metano (pedos) que genera un efecto invernadero 4 veces mayor que al CO2. Veamos este dato desde otra perspectiva. Todo el mundo sabe qué pasa cuando comemos legumbres ¿no? un buen plato de garbanzos o alubias va seguido de una tarde ventosera. Bien, pues eso mismo es lo que les ocurre a las vacas, ya que el pienso está compuesto mayoritariamente por soja, que, como todo el mundo sabe, es una legumbre. El 85% de la producción actual de soja va a parar al pienso para animales. Las legumbres son muy muy indigestas para las vacas, cuya dieta natural es el pasto, como el resto de los hervíboros. Por eso generan tanto metano. Los animales que se alimentan de pasto no sólo emiten mucho menos metano, sino que ayudan a incrementar el carbono incorporado al suelo.
* La ganadería consume gran cantidad de grano (legumbre y cereal), que podría darse a las personas para alimentarlas con un rendimiento mayor. Volvemos al punto 1: las vacas y demás animales hervíboros no necesitan grano. El difícil acceso de muchas personas a la alimentación básica tiene mucho más que ver con otros factores, como:
– la concentración de la tierra en pocas manos, -por no decir el robo de tierras-. Eso se debe en parte a la apuesta demencial de los gobiernos por los agrocombustibles, nuestro brutal consumo de aceite de palma, o el acaparamiento del agua como recurso valioso en un mundo con escasez de ella.
– la especulación financiera con productos de alimentación
– la destrucción de la agriculturas locales por la invasión de producto barato (occidental), que es barato porque está subvencionado,
– la exportación de prácticas de agricultura química a zonas áridas, muy delicadas desde el punto de vista ambiental, y en las que, por solo poner un ejemplo, la desaparición de las termitas por los agrotóxicos implica virar irremediablemente al desierto.
– el agotamiento de acuiferos por torpes políticas agrícolas de pan para hoy y hambre (y guerra) para mañana.
– las guerras, etc.
* La ganadería produce una gran cantidad de residuos que contaminan el ecosistema. La ganadería intensiva sí, la ganadería extensiva no. En realidad, los ecosistemas languidecen y se empobrecen por la falta de materia orgánica bacteriológicamente rica (extremento animal). En la naturaleza, lo que es residuo para una especie es alimento para otra (en este caso, las bacterias del suelo y la microfauna, esenciales para la vida del suelo). Cuando la ganadería se separa de la tierra, ese ciclo se rompe. Por otra parte, los excrementos cargados de antibioticos y residuos de productos químicos sí son altamente contaminantes y su gestión es un verdadero problema, mientras que los excrementos de animales libres y no medicados no sólo no es residuo, sino que nutre y fertiliza el suelo.
* La ganadería extensiva erosiona el terreno al acabar con los brotes de plantas. Efectivamente, la ganadería extensiva recluida de forma permanente en el mismo espacio sí. La ganadería extensiva gestionada bajo el paradigma del manejo holístico no sólo no erosiona el terreno sino que es la forma más eficaz de regenerarlo y aumentar su biodiversidad y contenido en carbono y en agua. Este vídeo sobre el efecto de la reintroducción de los lobos en el parque Yellowstone explica muy bien el efecto del Holistic Management, un sistema de gestión de ganadería que imitan los patrones de la naturaleza. Este término fué acuñado por Allan Savory en Zimbabwe, aunque hay otros sistemas igualmente eficaces como el pastoreo regional Voisin. Allan observó que las praderas de la sabana eran capaces de alimentar a millones de animales solo con hierba. ¿Como? Debido a la presencia de depredadores (leones, chacales, etc.) las manadas están muy concentradas en un territorio limitado, cuya superficie horadan con sus pezuñas y abonan abundantemente con sus excrementos y orina; pero la presencia de depredadores les obliga a moverse constantemente de lugar. Eso da la oportunidad al terreno visitado /abonado a recuperarse y reverdecer con exhuberancia con esos ricos aportes biológicos. Ese patrón es lo que imitan el Manejo Holístico y el Pastoreo Regional Voisin.
* La ganadería consume grandes cantidades de agua, directamente o indirectamente por el cultivo de grano para el pienso. Eso es cierto en el paradigma de la agricultura/ganadería industrial, que alimenta a los animales con producto cultivado con un alto coste ambiental, pero no en el paradigma natural y la gestión ecosistémica de la ganadería. En realidad, los animales (o la ganadería gestionada con criterios eco-lógicos) son esenciales para mantener el suelo vivo, hidratado, fertil, biodiverso.
Un terreno cubierto por vegetación diversa, con una tierra rica en humus (rico en carbono) actúa como una esponja cuando llueve, manteniendo el agua en el suelo y ayudando a recargar los acuiferos.
En cambio, cuando llueve en un terreno desnudo/erosionado, el agua arrastra la tierra suelta (por eso hay cada vez hay más inundaciones con una gran cantidad de barro).
Resumiendo, efectivamente:
* el consumo de proteína animal en el mundo «civilizado» es excesivo y además innecesario. Si además causa la tala de selvas y bosques es causa directa de cambio climático. Si son producidos en condiciones industriales es altamente destructivo, y poco saludable para el medio ambiente y para los consumidores. Efectivamente es necesario reducir el consumo de carne, pero además que ésta proceda de una ganadería respetuosa con el medioambiente y los animales.
* No es efectivo abordar la cuestión climatica sin tener en cuenta el sistema actual de producción de alimentos. Consumir alimentos vegetales que recorren miles de kilómetros para llegar al plato tampoco es solución.
* No solo el sistema de producción de alimentos representa una guerra contra la naturaleza, también las prácticas en jardinería necesitan cambiar drásticamente.
* Por supuesto, esto tiene implicaciones sobre el manejo del territorio «salvaje», donde la altísima fragmentación, y la ciega persecución del único depredador grande que queda (el lobo) está impidiendo que se autorregule eco-lógicamente.
* Sí, se pueden hacer las cosas de otra manera, aprender a hacerlas y consumir con mayor consciencia.