Dicen que las comparaciones son odiosas, pero en algunos casos son muy reveladoras.
Kate Middleton ha dado a luz con la asistencia de dos matronas; los médicos estaban en una sala contigua por si acaso. Pero no hubo caso. Y sin inducción a pesar de haber pasado las 40 semanas. Y esa es la cuestión; si no se interviene, el 90% de los partos transcurren sin dificultades y no hay que hacer nada. Por tanto son mucho más saludables, física y mentalmente, tanto para la madre como para el bebé.
Observando a Kate, y viendo que está más fresca que una lechuga pocas horas después de dar a luz, es fácil deducir que el parto ha sido fisiológico y sin intervenciones innecesarias de esas que dejan el cuerpo molido y el ánimo roto. Ella hizo su plan de parto y decidió ser atendida por matronas.
En España habría sido impensable: está asumido que una mujer «importante» debe ser atendida por un médico ¿o no? En realidad, los partos de las mujeres en posiciones socialmente relevantes dice mucho de cómo es esa sociedad. Más aún, la posición de la mujer -tanto las usuarias como las matronas- dentro del sistema de atención al parto refleja con bastante precisión la posición de la mujer dentro de esa sociedad. Cuanto más machista es una sociedad, más autoritaria, medicalizada y alejada de la ciencia es la atención al parto y más jerárquica es la relación entre obstetras y matronas y entre profesionales y mujeres.
Concretamente:
* En un extremo están los países nórdicos, con los sistemas de atención al parto más respetuosos, y por tanto los índices de cesáreas y todo tipo de intervenciones mas bajos: solo los necesarios. En ellos la atención al parto normal es responsabilidad de las comadronas. Los obstetras solo entran en escena cuando hay una complicación o una patología previa que lo aconseja. Son también los países más respetuosos con los derechos de los ciudadanos y de la mujer.
* En el otro extremo del espectro están aquellos países que directamente en algún momento de su historia prohibieron el trabajo de las parteras en el sistema de salud, o las marginaron, fruto de lo cual son unas tasas astronómicas de cesáreas y unos niveles altísimos de violencia obstétrica.
* En una situación intermedia están países como España, que sí tiene matronas en el sistema de salud y son hipotéticamente las responsables de la atención al parto normal, pero trabajan en un sistema mediatizado y todavía jerárquico, en el cual el jefe de servicio es el que marca la pauta cómo se trabaja. En ese sistema jerárquico, la mujer es el último eslabón. No porque lo digan las leyes sanitarias, que dicen expresamente lo contrario, sino por costumbre, falta de información por parte de las mujeres y exceso de poder por parte del sistema. Eso es lo que permite que los hospitales puedan permitirse el lujo de trabajar conforme a la evidencia científica y lo que aconsejan las guías más actuales … o no.
¿Y qué impacto tiene esto en la salud de las mujeres y los bebés? Muchas secuelas no se registran como tales. En cuanto a lo que sí se registra, solo una pincelada: un 87% de mujeres sigue pariendo en el potro (obs)tétrico, y seguimos a la cabeza de Europa en intervenciones como maniobra Kristeller (26%), en partos instrumentales (15%), datos que evidencian que la atención al parto en nuestro país, a pesar de los cambios, continúa en muchos casos anclada en el pasado.
La OMS, por su parte, sigue advirtiendo que para reducir la mortalidad y mejorar la salud perinatal, es necesario invertir en la formación de comadronas.
Isabel Fernandez del Castillo